¿Nuevo en Tibia?¡Leeme!

Bien, este blog esta dedicado a narrar una serie de aventuras en forma de novela digital, la cual esta ambientada en el maravilloso e impresionante universo de Tibia creado por Cipsoft a finales de los noventa.
Asi que es aconsejable que primero echeis un vistado a la historia de Tbia...Si quereis, claro, pero os lo advierto, no entendereis muchas cosas si no lo haceis...Mawahahahaha!!!!!

Y tras este ataque de locura totalmente repentino y casual, podeis pasar a leer.
¡Disfrutadlo y perdonad la falta de tildes!

Tambien podeis seguirla en la version para foro, posteada en tibiahispano, donde si poseeis una cuenta(la cual podeis crear de forma gratuita)podreis comentar que os ha parecido.

Nota:En la columna derecha puedes ver la lista completa de capitulos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

The Chronicles of Defuntos(Capitulo extra)

Antes de nada, aclarar que este capitulo no tiene nada que ver con la historia. Simplemente es un texto que escribi a la lider de mi guild, la gran Defuntos Lugosi.


Llovia. Era esa clase de lluvias perezosas, que caen sobre la tierra por el hecho de que no pueden aguantar mas en el cielo. Las tabernas estaban abarrotadas de heroes, la mayoria de ellos fanfarrones de poco prestigio, los cuales charlaban animadamente con los guardias de la ciudad, que no perdian una oportunidad para escabullirse de su puesto en las patrullas nocturnas. No se escuchaba al trueno, ni se advertia el rayo. De haber sido asi, habria sido una tormenta terrible, de esas que hacen que los niños se acurruquen bajo las mantas de lana, o que los arboles se partan por la mitad. Pero no, no era una tormente especialmente atemorizante. De haber sido asi, no habria pasado nada interesante.


La ciudad de Venore apestaba. Cuando una ciudad se alza sobre un pantano, generalmente hay problemas de este tipo. Las aguas casi llegaban a las calles, debido a las crecidas, pero a nadie le importaba, pues la gente no salia de su casa. En la calle no habia ni perros ni gatos, la ciudad parecia muerta. Una expresion realmente apropiada para la mujer que se desangraba lenta pero constantemente en el suelo de un callejon. Tenia el pecho perforado por varias flechas, cortes profundos por todo el cuerpo y lo que mas llamaba la atencion: una abertura roja que se extendia desde la parte izquierda de su cuello hasta la zona derecha, pasando por la garganta. Se esmeraba en taparse la raja con las manos, para parar la sangre que salia a borbotones. Una accion especialmente inutil, pues perdia sangre por mas sitios de los que nadie se podria a mencionar. Pero no moria.

Morir.

Al pensar en ello, la moribunda sonrio. Por fin podria descansar en paz. La muerte le haria olvidar, la muerte le perdonaria. Levanto ligeramente la cabeza y pudo contemplar los cadaveres carbonizados de los seis hombre que le habian atacado por sorpresa. Si, puede que ella muriese, pero se llevaria a todos los que encontrase por delante. Por el simple hecho de que los odiaba. Odiaba a todo el mundo.

En ese instante notó como su vida se alejaba de ella, exhalo su ultimo aliento de vida y entonces...

Entonces lo vio. Una figura se alzaba ante su dura mirada. La mujer mascullo unas palabras que nadie normal podria entender, y una llamarada ilumino el callejon. Pero aquella persona seguia alli. Ni siquiera se inmuto, a pesar de que todas las paredes habian quedado calcinadas.

-No vuelvas a hacer eso. Si lo haces, moriras.

Despues de escuchar eso, la palida mujer se sintio confusa. No estaba segura si lo habia escuchado o se lo habia imaginado.

Con sus ultimas fuerzas, habló:

-Ya estoy muerta. El momento es solo cuestion de tiempo.

Una risotado surgio de la figura que se extendia ante ella.

-No. Deberias estar muerta, pero no es asi.-Era evidente que eso era cierto. Pero aun asi aquellas palabras sonaban como algo ilogico.-La muerte es una excusa. Una salida. Una escapatoria que utilizan los cobardes cuando se sienten perdidos. Y tu no pareces perdida. Ni mucho menos, una cobarde.

Aquel discurso incremento la confusion de aquella mujer que ya no estaba segura de nada.

-Vamos, hazlo. ¿Eres la muerte, me equivoco?

-Por supuesto que te equivocas. Digamos que yo soy...un titere de la propia muerte. Una ficha en su juego. Y tu seras la proxima.-Al ver que su interlocutora no respondia, continuo hablando-Yo soy quien decide si vives o mueres. Soy quien decide si tu tormento continua o si debes descansar.

-Venga, dejate de charla-La mujer solto una carcajada. Su pelo rojo como el fuego le cubria la cara .-Hazlo ya.

-No. Primero debo hacerte ver.

Se acerco a la moribunda con unos pasos tranquilos. A pesar de que sus botas parecian muy pesadas no hizo ningun ruido. Se agacho frente a ella y la miro.

Entonces algo dentro de su ser cambio. Una inmensa paz la inundo. Demasiada paz para alguien que habia odiado tanto. Por unos segundos, enloquecio, se retorcio en el suelo y se tiro del cabello.

-Eso es lo que te espera en el sitio a donde quieres ir. Paz. Sabes que no puedes lidiar con eso.

Una mirada asustada se reflejo en sus ojos. En ese instante queria vivir. Pero solo queria hacerlo para poder llevar la muerte. Para poder seguir odiando.

-El descanso de la gran mayoria es la muerte. El de unos pocos, la vida. No pueden ir adonde han mandado a tantos inocentes.-Dicho esto, se dio la vuelta y quedo de espaldas a los ojos de la mujer- La proxima vez no sere tan piadoso. A partir de ahora te llamaras Defuntos, y seras conocida por el rastro de sangre que dejaras a tu paso. Seras temida y odiada, amada y respetada, olvidada y recordada. Ve, y lleva el tormento, conviertete en el profeta de la muerte.

Dicho esto, desaparecio. No fue una desaparicion muy dramatica, con humo o plumas. Simplemente no estaba.

Defuntos se puso en pie con un esfuerzo sobrehumano y empezo a recorrer las calles de la ciudad.



La puerta de la posada se abrio de par en par. Una figura encapuchada que se cubria un agujero en el estomago se apoyaba en el picaporte. La musica se fue apagando poco a poco, y las conversaciones se extinguieron conviertiendose en un silencio de expectacion. La mujer levanto la cabeza y dejo que todos vieran un herida que le surcaba el cuello. Tambien pudieron ver sus ojos. Inexpresivos, frios. Entonces la gente se miro entre ella nerviosa. Tal vez por el simple hecho de que alguien con el cuerpo lleno de agujeros y el cuello rajado de izquierda a derecha siguiese viva.

Entonces se escuchoron varias palabras. Fue como una melodia. Unas notas gelidas que se desvanecian en el aire. Aquello duro dos segundos, pero a todo el mundo le parecieron dos horas.

Una llamarada surgio desde el fondo del local, arrasando todo lo que tenia por delante, personas, mesas, sillas, todo. Momentos despues no habia nadie vivo. Defuntos se encamino hacia la barra, busco aguja e hilo entre los cajones del posadero y empezo a coser todas sus heridas, una a una, sin ningun tipo de analgesico, haciendo frente al dolor.

Sonrio. El dolor podia llegar a ser muy reconfortante.